¿Cómo conectar con nuestras emociones y con nuestros pensamientos?
Para Goleman, la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones. Se desarrolla a partir de cinco competencias: 1. Autoconciencia, 2. Autorregulación, 3. Motivación, 4. Empatía, y 5. Habilidad social. Exploremos la primera.
La autoconciencia es la capacidad de conectar con nuestras emociones y con nuestros pensamientos en el preciso momento que ocurren, es decir, en el presente.
Pero, ¿Cómo podemos conectar con nuestras emociones y con nuestros pensamientos?
Para conectar es fundamental identificar, reconocer y procesar nuestras emociones y nuestros pensamientos.
A continuación, vamos a ver algunos datos que nos ayudarán a comprender de qué estamos hablando:
Sobre las emociones:
Las emociones son reacciones de nuestro cuerpo ante los eventos.
Existen diferentes tipos de emociones como la tristeza, la alegría, la vergüenza, la culpa, los celos, el amor, etc.
Podemos diferenciar las emociones en la medida que nos causan placer o displacer. Por ejemplo, la tristeza es displacentera porque resta entusiasmo mientras que la alegría es placentera porque lo aumenta.
Algo muy importante a tener en cuenta es que, las emociones producen cambios en nuestro cuerpo, modifican nuestra conducta y nos impulsan a tomar una decisión. Veámoslo con un ejemplo.
Supongamos que María va manejando su auto mientras escucha música, y de pronto se cruza en su camino otro auto, no logra frenar a tiempo y se produce un impacto. Inmediatamente; sus manos empiezan a sudar, su ritmo cardiaco y su respiración se aceleran. Su conducta cambia, se siente abrumada, asustada. La tranquilidad que la acompañaba hace unos segundos, dejó de existir.
Sabemos que es natural experimentar esos cambios en el cuerpo y en la conducta cuando ocurre un accidente. Claro que podemos sentir miedo, lo importante es identificarlo y reconocerlo. No se trata de evitarlo o bloquearlo. Pero luego, ¿Qué sigue?
Pues conjuntamente con dichos cambios se producen cambios neurológicos en el momento de la conexión entre la emoción y la cognición, que nos proporcionan la información que necesitamos para tomar una decisión.
En ese sentido, si Maria tiene desarrolladas algunas habilidades emocionales, eso le permitirá tener una reacción o respuesta asertiva, es decir, aunque su cuerpo y su conducta se muestran alterados por el accidente, podría estar dispuesta a dialogar con el dueño del otro auto para llegar a un acuerdo.
De lo contrario, se produciría lo que algunas veces pasa, María sería capturada por la emoción del miedo, su reacción podría estar cargada de emocionalidad para proteger su supervivencia y en ese momento lo más probable sería que su decisión fuera huir, escapar de esa situación. Darse a la fuga.
Con este ejemplo, he intentado graficar cómo podemos conectar con nuestras emociones en el preciso instante que un evento se produce. Notar qué sucede en nuestro cuerpo y cuál es nuestro comportamiento.
De esa manera, en el día a día podemos darnos cuenta de quiénes somos, cómo nos relacionamos con nuestro entorno, y por qué nos comportamos como lo hacemos. Es decir, entrar en lo más profundo de nuestro ser en la cotidianidad.
2. Sobre los pensamientos:
Debemos tener presente que el cuerpo, la emoción y el pensamiento actúan simultáneamente.
Nuestros pensamientos también generan emociones que se ven reflejadas en nuestro cuerpo. Es así como los pensamientos que nos producen emociones displacenteras (miedo, rabia, tristeza, etc) afectan nuestro cuerpo. Empezamos a preocuparnos.
Si queremos poner atención a nuestros pensamientos, podemos empezar observando lo que nos decimos a nosotros mismos, es decir, el autodiálogo.
El autodiálogo o diálogo interno es un tipo de diálogo que se desarrolla en nuestra mente, que influye en nuestros pensamientos y actos. Te has preguntado ¿Cómo influye el diálogo interno en tu vida?, ¿Qué te dices a ti mismo?, ¿Tu diálogo es pesimista y catastrófico? ¿Tu diálogo es liberador y optimista?, puedes empezar a poner atención en ello.
Si bien se trata de un proceso de interiorización y reflexión que probablemente dure toda la vida, conectar con nuestras emociones y nuestros pensamientos en el presente; nos brindará muchos beneficios:
Nos permite observarnos.
Nos ayuda a poner atención en nuestros actos.
Nos facilita tener a la mano más respuestas o reacciones asertivas.
Mejora nuestro diálogo interno y las relaciones con nuestro entorno.
Fomenta la autocompasión y la aceptación.
Fortalece nuestra confianza.
Además, nos ayudará a ser más empáticos porque en la medida que podamos reconocer nuestro propio ser, podemos reconocer lo que siente otra persona. Como señala Fromm (2018) sólo seremos capaces de conocer, comprender y amar al otro si también comprendemos, amamos y conocemos nuestro propio ser (p. 63).
Luego de haber conectado con nuestras emociones y nuestros pensamientos; estamos más preparados para conversar sobre la Autorregulación en un próximo post.
Referencia:
Fromm, E. (2018). La Vida Auténtica. Editorial Ediciones Culturales Paidos SA.
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