¿Cómo cargarse de energía?
Aunque el intercambio energético no es visible, sabemos que existe porque se siente, se percibe o se intuye. Expresiones como, “este lugar me relaja”, “me siento bien a tu lado” o “tienes buena vibra”, se usan para describir sensaciones agradables que producen alegría, bienestar y satisfacción.
Por ello, a lo largo de la vida se desarrollan vínculos más profundos con algunas personas y preferencias por determinados lugares. La tendencia es tratar de sentirse a gusto y propiciar encuentros que sumen a la vida.
Sin embargo, la vida también tiene sus vicisitudes, y así como existen momentos gratos, existen momentos ingratos. Acontecimientos que por diferentes razones, no se pueden sobrellevar de la mejor manera, y terminan produciendo una disminución del flujo energético que se traduce en malestar corporal, cansancio, agotamiento mental, desánimo, frustración, tristeza y muchas otras cosas.
Ahora bien, si entendemos la energía como la fuerza vital que nos impulsa, existe la posibilidad de “recargar“ las energías. Es decir, no todo está perdido porque tenemos fuentes de energía o vitalidad a las que debemos poner atención y dedicación para obtener sus beneficios. Entre ellas, tenemos las siguientes:
La respiración
La meditación
La alimentación
El sueño
El descanso
Los pensamientos
Los estados de ánimo
El contacto con la naturaleza
El yoga
El arte
Los ejercicios
Ayudar a los demás
Otras que se hagan con plena conciencia.
En el día a día, se puede realizar la respiración consciente al inhalar y exhalar con el propósito de buscar calma, tranquilidad y paz (puedes consultar el post "Empezando a meditar" para conocer un poco más). Dicha respiración acompañada de una alimentación saludable, tomando pausas para descansar, contribuyen a tener un sueño reparador al final de la noche.
Por otro lado, están los pensamientos, las emociones y los estados de ánimo que también son fuente de energía que podemos usar a nuestro favor.
Para Voigt (2008) cada pensamiento, cada emoción, es una corriente de energía. Una vez hayamos comprendido que todos nuestros pensamientos y que todas nuestras emociones impactan al estado energético de nuestro ser, comenzamos a comprender la importancia de aprender cómo realmente funcionan la mente y las emociones. Entonces, podremos proceder a cambiarlas si vemos que no son lo más favorable para nosotros o para los demás. (p. 8).
En ese sentido, los pensamientos y las emociones son corrientes de energía que impactan el estado energético. Así, los pensamientos positivos aportan mayor energía, mientras los negativos la disminuyen; propiciando emociones displacenteras como la tristeza, el pesimismo, la desconfianza y la inseguridad.
Igualmente, con los estados de ánimo, si podemos hacer que estos sean fecundos aumentará la energía; de lo contrario bajará.
Con relación a las actividades, señaladas, como el contacto con la naturaleza, el arte, los ejercicios, la ayuda a los demás; existen muchas más y cada quien puede encontrar la que más se adapte a su ritmo de vida. Todo aquello que nos brinde satisfacción personal y la oportunidad de servir a los demás desde el corazón, es fuente de energía.
Referencia:
Voigt, A. (2008). El Manual de Chakras. Editorial Panamericana.
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